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Para evitarlo
primero es importante estar seguro de que el negativismo o las actitudes de la
persona no son más un "grito pidiendo ayuda", que un afán de
indisponer o de manipular las situaciones.
La directora para
la Zona Andina de Manpower Sudamérica, Rosalba Montoya asegura que para evitar
un mal compañero de trabajo hay que considerar varios escenarios, por ejemplo
si el ambiente laboral está tan dañado que es insostenible la situación y no
hay salida por la vía del diálogo directo, la búsqueda de una conciliación
arbitrada por un superior y los Comités de Convivencia Laboral son los caminos
a seguir.
Si esa opción no
es efectiva es preferible cambiar de organización a seguir sufriendo en ese
ambiente hostil, o si se tiene a esa persona bajo su responsabilidad, ayudarle
a encontrar otro trabajo que le permita sacar lo mejor y no lo peor de sí.
¿Cómo no
contratarlo?
En un buen proceso
de selección se debe buscar que la persona tenga unos objetivos personales y
profesionales acordes con los de la empresa. Cuando no es así, comienzan los
conflictos porque la inconformidad de esa persona suele traducirse en que busca
a los demás para emitir críticas y mal ambiente, consejas y comentarios que
indisponen.
Para evitarlo es
esencial un proceso de selección que garantice la compatibilidad de objetivos y
mucha claridad por parte del líder en las funciones y tareas asignadas,
previniendo malos entendidos que hagan crecer la situación anómala.
También es
fundamental propiciar un espacio de escucha a esa persona para negociar las
diferencias o, si es imposible hacerlo, terminar la relación laboral en los
mejores términos que la situación permita.
Muchas caras
laborales
También existen
personas cuyos problemas de socialización se evidencian, entre otros
escenarios, en el trabajo. Por ejemplo, aquellas personas que trastocan sus
valores y confunden dignidad con orgullo, franqueza con imprudencia, superación
con ambición desmedida, carácter con agresividad o liderazgo con acoso.
Sean jefes o empleados, estas personas van llevando a las otras a volverse defensivas y se pierde más tiempo defendiéndose de ellos que sacando adelante los proyectos. Suelen ser personas ególatras o gente con grandes complejos, que buscan su satisfacción personal y la compensación de sus inseguridades.
En esa medida
sienten que pueden permitirse todo: manipular a
través de chismes, hacer "bullying" a los que están en desventaja,
cometer actos de corrupción (y para esconderlos y facilitarlos arman intrigas
para confundir a los demás), mezclar lo personal con lo laboral, ocultar o
tergiversar información, acaparar funciones y disociar a las personas para
adquirir poder y ejercerlo sobre los demás, tratar de anular a sus iguales (lo
que les convierte en envidiosos y paranoicos) y en general tratan de convencer
a los demás que ellos son el corazón de la empresa.
Una salida: ser
líder
El papel de un
buen líder ante este tipo de personajes es de ejercer gran inteligencia
emocional. Para garantizar la productividad se necesita un buen clima laboral,
y el conflicto generado por estos lo obstaculiza.
También una buena
comunicación que cubra a la organización evita que las personas se confundan y
llenen con rumores los vacíos de información, la claridad en las reglas de
juego y la detección y tratamiento oportuno de estas personas es claramente una
obligación del líder.
Si la cultura de la
organización incluye valores, las personas que trabajen en ella deben ser
portadoras de esos valores, no del logro de sus ambiciones personales a
cualquier precio. Recordemos que un buen líder no dice "están bajo mi
mando", sino "bajo mi responsabilidad" y debe dar buen ejemplo,
aprender y enseñar continuamente y llevar a sus liderados a crecer y progresar
en todos los aspectos.
Un líder que no se
aísla y es compañero permanente de su gente, evita que se den los conflictos
propios de los grupos cuando no hay una cabeza que los ayude a cumplir sus
funciones, a alcanzar los objetivos y a hacerlo con la filosofía determinada
por la cultura de la organización.
Por eso es tan
complejo liderar equipos, se requiere de mucha
inteligencia emocional para liderar personas. No siempre el mejor en
una función determinada está dotado para liderar a un grupo humano.
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